Porque es la hora, la hora oscura se acerca, y entre medio de toda esta confusión torrencial, que me aqueja y enferma, me golpea y me aturde, perturba.
Vi cómo se reían, enfrentando a un público sombrío de rojos ojos, con trastornos violentos, destructivos. Trataba de mantener la calma pero ellos se abalanzaron contra mí y me dejaron en total debilidad. De pronto, un dulce golpeteo los alejó a todos, todo el ambiente regocijaba armonía limpia, podía respirar tranquilo. Lo viví, una y otra vez, he querido saber cual es la causa de aquel golpeteo.
Viajé tanto para encontrarlo, en lugares feos aquel golpeteo parecía auxiliarme una y otra vez. En lugares hermosos él disfrutaba. En lugares lujosos él se negaba. Aquel parecía dejarme en total abandono cuando me atrevía a necesitar se agitaba, se apagaba.
Busqué tanto, me pregunté una vez pero no. Llegué al éxito y el viento de la codicia me atrapó. Quise pero no, necesité pero no, deseé pero no. No aparecía. Entonces... caí pero, escribí y sí, amé y sí, tuve y sí, canté y sí, caminé y sí, temí y sí, él apareció en todas aquellas ocasiones y entonces descubrí que aquel golpeteo dulce, no era nada más que mi corazón.
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